Se remonta a los registros más antiguos, y consiste en todas las civilizaciones que se encontraban antes de los incas. Dentro de las más destacadas encontramos las siguientes:
Dentro de todas ellas, sería la cultura Huari, sucesora de la Nazca, una de las civilizaciones más desarrolladas del periodo precolonial de los Andes Centrales, alcanzando los niveles más altos de desarrollo tecnológico[1]. Por ello, nos centraremos en el análisis de las armas de esta cultura.
Según Satrapa, una revista de historia militar, el armamento bélico estaba separado en dos grandes grupos, las armas para la defensa y otras para el ataque.
Respecto al primer grupo, se identifican tres elementos. El primero, y quizá el más importante, el casco. Su importancia radicaba en el significado del cráneo en ese entonces, el cual permitía, mediante la deformación de los mismos, diferenciar una posición social o grupo religioso. Luego tenemos el “uncu”, que consistía en túnicas largas muy gruesas o con algún tipo de acolchado, cumpliendo el propósito de una armadura. Finalmente, los escudos, los cuales eran de forma rectangular y ligeramente alargados.
Por otro lado, tenemos lo referido a la ofensiva. Estos elementos tenían una gran limitación, y consistía en el poco avance tecnológico. De esta manera se identifican dos grupos de armas, las de corto y largo alcance. Respecto a las primeras, encontramos las porras, que en su mayoría eran de mayor tamaño que el propio guerrero, las macanas y las hachas. Todas estas podían acabar con borde redondeado, en forma de estrella o en X, siendo de un material de piedra o alguna lamina metálica. En el segundo grupo, se evidencian armas como los dardos, y algunas lanzas ligeras con puntas de madera o piedra. Pero las más comunes, y de las que se tiene más registro son las hondas, las cuales tenían diversos tamaños y municiones respectivas[2].
De esta manera, podemos decir que el guerrero de la cultura Huari, era como un soldado de infantería ligera, con armas muy limitadas, y prácticamente sin ninguna protección ni armadura para el combate. Es por ello, que podemos asumir que la mayoría de conflictos de ese entonces se desarrollaron de cuerpo a cuerpo, con lo cual el número de guerrilleros en un bando se convertía en algo trascendental. Así mismo, estas limitaciones tecnológicas en armamento bélico, restringía la exploración con sentido de conquista. Por último, se puede creer que todas estas armas no estaban limitadas a la guerra, sino que también servían como herramientas del quehacer diario.
Finalmente, podemos decir que este patrón armamentista fue muy común en las últimas culturas pre incas, las cuales se alimentaron y evolucionaron de sus antecesoras, por ello se asume el mismo avance en el aspecto militar dentro de todas ellas.
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[1] Cfr. Curatola 1994: 159
[2] Cfr. http://www.satrapa1.com/articulos/media/huari/huari-2.htm (visitado 18/04/2010)
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